Estar todos los días viendo prendas y más prendas es el mal, si eres fashion-adicta. Este uno de los momentos del año en el que las neuronas están prendiendo fuego entre ellas con el caos que se han montado. Primavera-verano-otoño-invierno-frío mortal-vacaciones en la playa-año nuevo chino-semanas de la mota-otoño-invierno 2014. Cuando nos hemos recuperado de la euforia navideña y la maratón de fiestas-cenas-comidas, sigue haciendo un frío que pela (en Shanghai ha llegado ahora de verdad: cero grados Celsius con sensación de menos cinco, viento y una humedad que no aguantaría el marinero más curtido). Pero mira tú por dónde que en los escaparates empezamos a ver pequeños destellos de color, flores, neón, sandalias... y aquí empieza esa fase maligna que va a ir in crescendo. De hecho, antes de Navidad tenemos un pequeño preludio con las colecciones crucero a modo de calentamiento de motores. Parece que el tema se relaja con las colecciones pre-fall que vemos por la red (y hablo desde mi convencimiento fashion-friky); de hecho son muy útiles porque ayudan a hacer una buena selección en las rebajas e invertir en prendas que seguro darán en el clavo la próxima temporada. Pero esto no es más que un espejismo y jugar al despiste. ¡Qué bien que estábamos en modo me pongo el abrigo, el gorro, el jersey de lana...! Pero ¡zas!, se acabó.
De repente, nos ponemos en febrero después de haber pasado una semana en la playa por aquello de que se celebra el año nuevo chino. Todavía estás en modo hamaca. Los escaparates ya son el Caribe o Maldivas o Bali. Tus ansias fashionistas se revuelven en tu interior. Quiero esas sandalias. Quiero ese top sin mangas. Quiero esa blusa de seda. Quiero ese jersey de algodón. Consigues medio hacerte un planning mental para tus futuras compras y para que tu armario no ponga el cartel de cerrado por overbooking. De paso te recuerdas que debes hacer limpieza en el guardarropa pero no sabes ni cómo ni por dónde empezar.
A este caos mental se suma el quebradero de cabeza de vestirse cada día. Trabajando en esto de la moda ya se sabe que hay que cuidar la imagen, a pesar de que muchos de mis compis chinos continúen empeñándose en sus combinaciones imposibles: todos los colores del arco iris y todas las texturas posibles, todo ello en un mismo look. Pero no quiero ser cruel y digamos que es una cuestión cultural. Estábamos con lo de conseguir el outfit diario. La situación es que el termómetro se mueve alrededor de los ceros grados en esta época. Frío mortal. Entonces hay que equiparse con todas las capas posibles. Cuando un día de estos se lo contaba a mi hermana Andrea, su primera pregunta fue: "¿cómo consigues moverte con todo lo que llevas encima?" Mi respuesta: "es que no puedo moverme".
Probablemente este gran problema se solucionaría con una buena camiseta térmica o una de esas camisas de franela de Uniqlo, los vaqueros especiales de esta casa japonesa y un jersey de lana. Nos cubriríamos con un abrigo de plumas, calzaríamos un par de UGG y ya está. ¿Qué ocurre? Pues que así no mola, es aburrido y no me siento cómoda con uniforme. Muchos de mis compañeros (los que no arriesgan con las mezclas imposibles) siguen este patrón. Entonces me pongo camiseta de algodón y encima una camisa de franela de cuadros en azul y negro y abotonada hasta arriba. Sobre medias negras de licra lo suficientemente gruesas que no den ni una seña de transparencia, va una de mis prendas favoritas, la falda tubo negra. Después superpongo una sudadera negra con mensaje. En los pies, calcetines de lana negros (importante que no se vean) y botines. Añado la cuarta capa de la parte superior: cazadora vaquera, que en el interior hace función de chaqueta y en el exterior es como un doble forro. Encima de todo esto, el abrigo más largo que tengo y con corte masculino. Añado los accesorios pertinentes: collar, mini bolso, gorro, bufanda y guantes. Me salen un total de: 14 prendas.
Al final, ¿cómo se resuelve este embrollo? No hay solución; sufriendo un poco los días más fríos, bien porque no te has abrigado bien (50% de las veces) o bien porque llevas tantas capas que a duras penas levantas el brazo para parar un taxi. Los días que pasamos de 10 los diez grados son geniales y mis neuronas y mi termómetro interior ya tienen sensación de primavera y se olvidan de las medias y eso; el 50% de estos últimos casos acaba lloviendo y voy sin paraguas. ¡Primavera, ven ya!
Having clothes and more clothes in your hands or on a screen in front of you is the evil, if you have some kind of fashion addiction. This is one of the occasions in the year when neurons are starting to get into fire because of the chaos they have created among them spring-summer-fall-winter-faltal cold-holidays on the beach-Chinese new year-fashion weeks-fall-winter 2014. When we've just recovered from the Christmas euphoria and the marathon of parties-dinners-lunch, it's still freezing cold (and it has really arrived now to Shanghai: zero degrees Celsius with the feeling of minus five, wind and a level of humidity that the most weather-beaten sailor couldn't bear). But you know what happens? In the window displays we start to notice little color shimmers, flowers, neon, sandals... and here it's when the malignant phase begins, which will go in crescendo. Actually before Christmas we have a prelude with the resort collections as warming up. It seems to become cold down with some pre-fall collections that we find on the internet (and I'm talking about this from my most freak-fashion conviction); they are actually very useful because they help you to do a good selection in sales and invest in pieces that for sure will be the key for next season. However this is only an illusion and mislead. We were fine on that stage of putting coat, hat, wool sweater... but, bang!, it's over.It's suddenly February, after a week on the beach due to those things of Chinese New Year holidays. Yet you're on hammock mode. Shop windows are already like Caribbean, Bali or Maldivas. Your fashionist urges squirm inside you. I want sandals. I want that sleeveless top. I want that silk blouse. I want that cotton sweater. You more or less make up in your mind a planning for the future shopping and also to avoid a poster saying closed due to overbooking on your closet. At the same time you remind yourself about the necessity of cleaning your wardrobe but you don't have a clue of how and where to start.
To this mental chaos it's to be added the headache of getting dressed every day. You must take care of your image a little bit when working in the fashion world, though many of my Chinese colleagues keep insisting on their impossible pairings: all the rainbow colors and all the possible textures altogether in the same look. But I don't wanna be mean and let's say that it's a cultural matter. We were talking about getting the daily outfit. The situation is that the thermometer is stuck around zero in this time of the year. Fatal cold. So you must get equipped with all the possible layers. One of these days I was chatting with my sister Andrea about this challenging and her first question was: “how can you even move with all you’re wearing on you?” My answer: “I happen I cannot move”.
This problem would probably be solved with a proper high-tech t-shirt or one of those flanneled shirts by Uniqlo, the technical jeans from this Japanese brand and a woolen sweater. We’d get covered with a down coat, we’d wear a pair of UGG and that’s it. What happens? It’s not cool in this way, it’s boring and I don’t really feel comfortable wearing an uniform. Many of my colleagues (the ones who don’t take the risk with impossible pairings and combinations) follow this pattern. Then I put a cotton t-shirt and on top of it a plaid flannelled shirt in black and blue, buttoned up. Over a pair of black lycra tights, thick enough that they don’t let imagine a bit of transparency, it goes one of my favorite pieces: the black pencil skirt. I pair it with one of those messaged black sweatshirts. For feet, black woolen socks (it’s important that they don’t get seen) and booties. I add the 4th upper layer: denim jacket, which it works as jacket-cardigan indoors and a double lining outdoors. Over all of this, the longest coat I have and with a mannish touch. I toss in the relevant accessories: necklace, mini-bag, hat, scarf and gloves. They come to 14 pieces of clothes.
In the end, how to solve this clothing muddle? There’s no solution; suffering a little bit more on the coldest days, either you are not properly dressed for the cold (50% of times) or you are wearing so many layers that you barely are able to raise your arm up to stop a cab. The days that temperatures get over 10 degrees are great and my neurons and the thermometer inside me are feeling is already spring and they forget about tights and so on; 50% of these days it ends raining and I’m not carrying any umbrella with me. Spring, please, come right now!
Jajajajaja! Non vira este post. En Cairo iríache moi ben para o teu fashionismo ;-p
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