La playa de mi primera semana de vacaciones la abandoné por el monte, la incomunicación y el
verde prau de Asturias. Dejé por unos días el postureo de la city (sólo en cuerpo, pero no en alma) y agarré mi mochila y mis botas de montaña (no me acabo de acostumbrar a ellas) para llegar a los Lagos de Covadonga.
Y allí estaba el refugio del Lago Enol, con su habitación de 10 literas, su baño compartido, etc. y la gran fabada de Fernando. Es imposible que ésta engorde de lo buenísima que está.
Caminé unas ocho horas cada día (buf, menos mal que fueron sólo dos) y así he vuelto con un moreno montañero (no me quejo), unas pocas agujetas (ya se me han pasado) y las piernas duras como piedras.
Olvidaos de cualquier estilismo decente, aunque siempre se admiten comentarios, y disfrutad del paisaje.
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Lago Enol |
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Flor de cardo, una de mis favoritas |
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Cabra montesa acechando entre la niebla |
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Tras el primer día de caminata |
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Lago Enol de buena mañana |
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Picos de Europa |
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Lago Ercina |
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Cabaña de pastor |
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...lo que quedaba por subir... |
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Llegué |
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A esta no le costó tanto |
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Lago Ercina |
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Vuelta a la civilización (Basílica de Covadonga) |
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